06 abril 2007

Raíces de la moralidad en conducta de primates

Os transcribo este artículo aparecido ayer en EL PAÍS. ¿Surge la moralidad, y por extensión la conducta social, de la nada o evolucionó a partir de las emociones, también presentes en los primates?

Abril 01, 2007 Por NICHOLAS WADE

Algunos animales son sorprendentemente sensibles a los problemas de otros. Chimpancés, que no saben nadar, se han ahogado en fosos de zoológicos por intentar salvar a otros. En vista de la posibilidad de obtener alimento al tirar una cadena que también daría una descarga eléctrica a un compañero, monos rhesus pasarán hambre durante varios días.
Biólogos sostienen que éstos y otros comportamientos sociales son los precursores de la moralidad humana.
En un libro reciente, “Primates and Philosophers”, el primatólogo Frans de Waal se defiende de filósofos que critican su opinión de que las raíces de la moralidad pueden ser vistas en el comportamiento social de monos y simios.
De Waal, director del Centro Living Links en la Universidad Emory de Atlanta, sostiene que todos los animales sociales han tenido que restringir o alterar su comportamiento de diversas formas para que la vida en grupo valga la pena. Estas restricciones, evidentes en los monos y aún más en los chimpancés, también son parte de la herencia humana y, de acuerdo con su opinión, forman el grupo de comportamientos a partir del cual se formó la moralidad humana.
Sus opiniones están basadas en años de observar primates no humanos, que iniciaron con su trabajo acerca de la agresión realizado en los años 60. Entonces se dio cuenta de que, después de luchas entre dos combatientes, otros chimpancés consolaban al perdedor. Descubrió que la consolación era universal entre los grandes simios. Para consolar a otro, sostiene De Waal, se necesita empatía y un nivel de conciencia de uno mismo que sólo los humanos y los simios parecen tener. Y estudiar la empatía rápidamente lo llevó a explorar las condiciones para la moralidad.

La vida social requiere de empatía, especialmente evidente en los chimpancés, además de maneras de acabar con las hostilidades internas. Cada especie de simio y mono tiene su propio protocolo para las reconciliaciones después de las peleas, descubrió De Waal. Si dos machos no hacen las paces, con frecuencia chimpancés hembras reunirán a los rivales, como si sintieran que la discordia empeora su comunidad y la vuelve más vulnerable a ataques de vecinos.
De Wall cree que esos actos se realizan por el bien de la comunidad y son un precursor significativo de la moralidad en las sociedades humanas.
Él se ha enfrentado a muchos críticos en biología evolutiva y psicología al desarrollar sus opiniones, y su público más reciente son los filósofos morales. A Philip Kitcher, filósofo de la Universidad de Columbia, le gusta el enfoque empírico de De Waal. “No tengo ninguna duda de que hay patrones de comportamiento, que compartimos con nuestros parientes primates, que son relevantes para nuestras decisiones éticas”, declaró.

Muchos filósofos creen que el razonamiento consciente tiene un importante papel para guiar el comportamiento ético humano y, por lo tanto, no están dispuestos a permitir que todo se genere en las emociones, como la compasión, que puede ser evidente en los chimpancés.
El elemento imparcial de la moralidad proviene de una capacidad para razonar, escribe Peter Singer, filósofo moral de la Universidad de Princeton, en “Primates and Philosophers”. Él dice: “La razón es como una escalera eléctrica, una vez que nos paramos en ella, no podemos bajarnos hasta que hayamos llegado a donde nos lleva”.

Los filósofos tienen otra razón por la que los biólogos no pueden llegar al corazón de la moralidad, y es que los análisis biológicos no pueden cruzar la brecha entre “es” y “debería”, entre la descripción de algún comportamiento y la cuestión de por qué está bien o mal. “Se puede identificar algún valor que tenemos y contar una historia evolutiva acerca de por qué lo tenemos, pero siempre está la cuestión radicalmente diferente de si deberíamos tenerlo”, afirmó Sharon Street, filósofa moral de la Universidad de Nueva York.
“No estoy seguro de qué tan realista sea la distinción”, dijo De Waal. “Si un animal joven está en una pelea, la madre debe defenderlo. O al compartir la comida, los animales se presionan unos a otros, que es el primer tipo de situación de ‘debería’”.

12 comentarios:

Edmundo V dijo...

Edmundo V dijo...

Bajo mi punto de vista sin lugar a dudas el origen del comportamiento moral debe estar en lo emotivo, en esa intuición fenomenológica primera epicúrea de sentirse cuerpo que siente. Desde luego la moral no afloró del espíritu santo.

Esta es una cuestión y otra cuestión bien diferente que cabe no confundir es qué papel tiene la corporeidad básica una vez esta es mediatizada, atravesada por el universo simbólico en que transcurre nuestra existencia.

Jon Elster, un marxista noruego, estudioso de estos temas, en su libro Sobre las pasiones, explica de manera brillante como las propias sustancias corporeas se ven alteradas una vez determinados estados corporales han sido conceptualizados. Así, en su estudio acerca de las adicciones, muestra como la conducta cambia drásticamente una vez dichas adicciones han sido objetivadas, socializadas, conceptualizadas, etc. Así pues, tenemos una suerte de dialéctica, de influencia recíproca, entre la corporeidad básica y eso otro del cuerpo que usualmente denominamos mente y, donde, de ordinario, situamos el pensamiento.

Así pues, ni lo uno ni lo otro, ni naturalismo ni kantismo rigorista sino Hegel, esto es, el propio sentir es condición de posibilidad de la moral, de la razón. Ahora bien, "condición de posibilidad" no quiere decir determinación en última instancia de la conducta moral.

Saludos.

Ender el Xenocida dijo...

Puedo estar de acuerdo en la mayor parte de lo que expones, y por tanto de lo que Hegel escribió.

Ahora bien, otro tema es la discusión sobre cuándo aparece la capacidad de objetivación que da pie a esa dialéctica. Si admitimos la evolución natural por un lado y la postura hegeliana por el otro, personalmente no veo satisfactorio el trazar una línea que divida la aparición de esa dialéctica del resto de la historia evolutiva.

En ese sentido, la discusión del artículo es muy interesante. Mientras unos ven una evolución gradual de la toma de consciencia de uno mismo en los primates, y por tanto la génesis de nuestra conducta moral, otros intentan separar lo que es el dominio de la razón como causa de esa moralidad. Para P. Singer, el ser humano está subido a esa escalera mecánica de la razón mientras que el resto de especies vivas conocidas no lo están. Así, nosotros tenemos moralidad (y por tanto, esa dialéctica hegeliana) y el resto no pueden tenerla. ¿Estás de acuerdo con P. Singer?

Saludos.

Shelley dijo...

No sé si esto es una nueva discusión pero voy a dar mi opinión. En cuanto al artículo decir que es interesante determinar que la moral no es más que algo aprendido de lo innato en los primates y no producido por algún tipo de razón inteligente. Quizás no lo seamos tanto y seamos nada más que pasiones... (En este instante Descartes me mataría pero bueno). Me ha parecido muy interesante la parte en que dice esto: ""Los filósofos tienen otra razón por la que los biólogos no pueden llegar al corazón de la moralidad, y es que los análisis biológicos no pueden cruzar la brecha entre “es” y “debería”, entre la descripción de algún comportamiento y la cuestión de por qué está bien o mal."" Cuidado con la palabra debería, a veces se hace demasiado daño con ella. Pero no viene al caso.
¿Quedamos entonces que la sensibilidad de nuestros antecesores en la línia evolutiva también tiene sensibilidad de lo bueno y lo malo? ¿No hay posibilidad de que la cultura humana a través de civilizaciones, la religión, la tradición, el lenguaje o la historia humana hayan podido influir? ¿No somos más que lo que la razón quiere que seamos? ¿O nos determinan los sentimientos? Debe haber como mínimo una unión, ¿o no?

Ala, cuantas preguntas!!
Un abrazo.

Ender el Xenocida dijo...

Hola Shelley, gracias por escribir. Voy a aventurarme a contestar a tu primera pregunta...

¿Quedamos entonces que la sensibilidad de nuestros antecesores en la línia evolutiva también tiene sensibilidad de lo bueno y lo malo?
Pienso en el ejemplo de la compasión hacia el perdedor, comentado en el artículo. Esa clase de comportamiento -aparentemente altruista- se reveló como útil para el grupo en su conjunto y los grupos que lo empleaban fortalecían más sus vínculos sociales, mejorando sus condiciones de vida a largo plazo. Seríamos pues, descendientes (a lo largo de la evolución homínida) de aquellos grupos que lo empleaban. (Ya que, los que no lo empleaban no eran tan fuertes socialmente y dejaron menos descendientes o se extinguieron).
Con la aparición del lenguaje y el refinamiento de nuestra capacidad simbólica hemos desarrollado conceptos como bien y mal, de modo que a ese tipo de comportamientos que nos parecen aceptables (aunque no tenemos argumentos lógicos para saber por qué) los describimos como buenos. Una manera de enseñar a nuestros descendientes y a la sociedad misma, de un modo sencillo, cuáles son los comportamientos que debemos seguir y cuáles no, es hacer una lista de ellos y difundirla: hay tienes la religión.
Evidentemente, no todas las listas son iguales -incluso pueden haber contradicciones- porque todo influye y todo se va transformando debido a múltiples factores, pero el origen de la moralidad bien podría describirse así.
¿Y si un sector del grupo, con poder sobre el resto, utiliza, modifica o reinventa esa lista de preceptos para someter y atemorizar al resto del grupo? Como sabemos, eso ha ocurrido infinidad de veces a lo largo de la historia, y ocurre constantemente.
Incluso podemos inventarnos arbitrariamente una nueva lista de lo que está bien y de lo que está mal, difundirla y someter a un determinado grupo si sabemos crear la necesidad simbólica adecuada.
(Un guiño a Hegel)

Saludos.

Shelley dijo...

Aún así basarse en los monos para hablar de la moral, creo que es mezclar cosas. Ellos quizás tienen sistemas de comportamiento que quizás confundamos con la moral humana. Yo tuve un periquito que me hacía caso y cuando le daba una palmada se metía en la jaula solo y estoy segura que no entendía mi idioma. Son formas de comunicación animal. De moral no sé... ¡¡Es que hablamos del bien y del mal!!! Y como ya he dicho, tiene que haber algo más para distinguirlos, no sé, la historia, la experiencia, la tradición, lo aprendido para los monos no debe ser más que intuición... No confundamos eso con moral. Es innato en los humanos? Eso ya es otra discusión...

Shelley dijo...

Vaya, el segundo comentario era el revisado... Eliminad el primero que hay algunos errores.

Ender el Xenocida dijo...

Shelley, debes tener en cuenta que los grandes simios viven en sociedad complejas y como individuos sociales, tienen conductas sociales. Todo parece indicar que procedemos evolutivamente de un simio, así que parece lógico cuestionarse, de su observación, las características sociales que vemos en nosotros mismos.

El problema es que el término moral es tan sólo eso: un término. Nos parece algo abrumador, algo muy importante y algo diferenciado de todo lo demás. Pero eso es la apariencia de que las cosas están fraccionadas, de que comienzan aquí y terminan allí. Y por eso a algunos les incomoda no poder colocar un inicio exacto de moral. Decir, esto es moral y esto no.
Decir cosas como La moral es un producto de la razón, sin razón, no hay moral es algo increíblemente confuso. ¿Cúando surge la razón?¿Cuándo a unas conductas las caracterizamos como influídas de la razón y cuando no? ¿sólo cuando las vemos en los seres humanos? ¿No es eso un juicio anterior a la observación de ver y estudiar esas conductas (es decir, un pre-juicio)?

Si admitimos que los simios tienen reglas sociales pero no razón, diremos que sus conductas son sociales pero no morales, mientras que las nuestras son sociales y, además, morales.
Esta visión fraccionada y sesgadora del mundo nos obliga a ver principios y finales donde tal vez, no los haya.

Edmundo V dijo...

La moral no se resuelve en lo biológico, no estoy por el reduccionismo. Creo que lo he dicho por activa y por pasiva.

Es más, estoy con Rousseau que el hombre hoy es "el hombre hombre", no el "hombre natural", esto es, el hombre que se resuelve, que se entiende, en el juego de máscaras, en el mundo de la apariencia con sus convenciones, normas y valores sociales y no en su ser "natural".

Es más, la propia concepción de "lo natural" es un producto social, el "estado natural" no pasa de ser una ficción literaria muy seductora para los biologicistas reduccionistas.

Saludos.

Ender el Xenocida dijo...

Edmundo, me gustaría -para no debatir siempre sobre enunciados teóricos- que me respondieras a las cuestiones algo más concretas que te he planteado anteriormente.
Creo que ya no estamos discutiendo el tema de tu último comentario sobre si es adecuada o no una explicación reduccionista de la moral. El tema va más allá.
Y es el siguiente: Admitiendo que no puede reducirse toda explicación del pensamiento a la biología, pero también admitiendo que el pensamiento mismo es (o empezó a ser) un proceso material de la evolución, ¿Dónde ponemos los límites?
Vuelvo a preguntarte, ¿crees que sólo la especie humana tiene la capacidad que llamamos razón y la que llamamos moral y hay que descartar ese uso en cualquier otra especie (incluída en las especies de simios de las que parecemos descender)?
¿Crees que estudiando el comportamiento social de los grandes simios no puede derivarse un mejor entendimiento de los orígenes de nuestra conducta social?

Una reflexión: cuando afirmas que el concepto "existe un estado natural" es un producto social, estoy de acuerdo. En ese sentido, se debe utilizar con sumo cuidado y yo no creo que haya un estado natural pero sí, una evolución que fija ciertos comportamientos desde el pasado, a eso lo llamo natural. Ahora bien, si admitimos esa manera de pensar, llegaremos a la conclusión de que pensar que todo es un producto social es asímismo un producto social, y relativizaríamos hasta el infinito todo lo que decimos. Es decir, restar peso argumentativo a conceptos como
"existe un estado natural" no es diferente de restárselo al concepto "todo concepto es un producto social"
¿No estás de acuerdo?

Saludos.

Edmundo V dijo...

Ender,

Yo estoy completamente de acuerdo con el comentario de Shelley, i.e, me parece ingenuo considerar que los animales distingan entre el bien y el mal, que disciernan o piensen acerca de qué es lo bueno y lo malo.

Otra cosa bien diferente es que el estudio de los simios, de sus conductas aprendidas, incluso de sus destellos de inteligencia práctica que, efectivamente, hay y remiten a un proto-mundo simbólico, puedan servir para conocernos a nosotros mismos. Posiblemente sirvan, pero un aspecto que hace que debas coger con pinzas dichos estudios o como mínimo con mucha cautela, es que nuestra corporeidad, flujos, sentimientos, etc. siempre-ya están mediados por lo simbólico, lo social, lo histórico, etc. Volvemos de nuevo a la dialéctica del sujeto-substancia.

Ah! Respecto al círculo implicado en todo pensamiento me alegro que lo cites y no tengo más que darte la razón. De hecho, esa es la grandeza de Hegel ver la circularidad de la conciencia, de los procesos de conocimiento, los momentos de la conciencia que transcurren del en sí, al fuera de sí hasta llegar al para sí, etc. Círculos y más círculos... De hecho, la fenomenología propuesta por Hegel para entender la substancia-sujeto, el espíritu, es un fractal, Hegel les diría a los científicos de hoy en día que ven fractales por doquier (en las costas, en la estructura fibrilar del corazón,en las hojas, en las montañas, etc.): ¡Yo ya lo sabía!

Saludos.

Ender el Xenocida dijo...

Gracias. Queda clara tu postura.
¿Pero, que hay detrás de todo esto?
Me gustaría llamar la atención sobre el enunciado:
me parece ingenuo considerar que los animales distingan entre el bien y el mal como ejemplo de la visión fraccionada que induce nuestro lenguaje.
En este enunciado, y otros similares, hay implícitos, al menos, los diferentes enunciados:
1) Los animales son algo diferente de mí.
2) El bien y el mal son conceptos que pueden diferenciarse (yo lo hago y los animales no).
3) Es posible una distinción Universal de bien y mal (ya que, si no es Universal, no tendríamos elementos de juicio para decidir quién los distingue y quien no).

Son estas cuestiones muy profundas, de constante debate filosófico y -al menos la primera- también etológico. Me parecen cuestiones gratuitas, en el sentido de que no se inducen de la lógica hegeliana, aunque el proceso de llegar a ellas sea explicado por esa lógica (ya que todo es explicado por una teoría autoconsistente), lo que enuncian en sí mismas es arbitrario, no se sustenta por ningún razonamiento incuestionable.
Es decir, no veo contradicción en afirmar lo contrario de los enunciados 1),2) y 3) y seguir manteniendo una postura hegeliana sobre el conocimiento y la dialéctica substancia-sujeto.
En definitiva, son discursos diferentes, que utilizan lógicas diferentes y, por lo tanto, incompatibles al debate.

Por otro lado, si aplicásemos el resultado de Gödel, veríamos que la lógica autoconsistente de la contradicción de Hegel requiere al menos un postulado externo a sí misma (que no sea contenido por ella), y ese postulado, en mi opinión, proviene de la lógica aristotélica de la no contradicción.

Edmundo V dijo...

Querido Ender,

Sólo un apunte.

La lógica de Hegel precisamente por basarse en la contradicción es la única lógica hasta el momento que salva a Gödel e incluso los Trilemas Münchhausen. Ah! se siente...

Si quieres que hablemos del lenguaje y sus diferentes metafísicas te invito a que hagas un post con las ideas que expones y su relación con la cuántica. Podría ser muy interesante. Lo digo por acotar temas.

Un abrazo.