22 septiembre 2010

Epitafio Cuántico













Aquí yace un error evolutivo,
un homínido enfermo de locura
al que no hallaron cura
más que echarlo al olvido
por cuantos escribió con desconcierto
las noches en que, insomne, vivió muerto.

Aquí yace un dilema costumbrista,
sencillo, extraño, libre, extravagante,
casado y sin mujer, con una amante
algo corta de vista,
alumno y profesor, músico loco,
de algunas nueces y de ruido, poco.

Fue dueño de un Peugeot desaliñado,
de una guitarra ahora abandonada
que sigue enamorada
de un sombrero aplastado.
Guardaba algunos libros, conjeturas,
ensayos, garabatos, partituras
y un catalejo ruso.
Si quieren darle uso
y probar su valía,
aún está en la mesita de su cama,
dispuesto por si acaso sorprendía,
desnuda, a alguna dama.

No deja este cadáver más herencia
que una triste partida
de ajedrez, que duró toda la vida,
a falta de solvencia.
El resto de sus cosas han quedado
como las ha dejado,
pues nada en su viaje se llevó.
Ya pueden saquear su apartamento:
iba a quemarlo todo y se murió
justo en ese momento.

Se encontró con el quid del Universo,
rozó el centro vital que mueve el mundo
pero, al verlo un segundo,
se le esfumó, perverso,
por el espacio helado, hacia la luna.
Perdido en la nostalgia inoportuna,
frecuentemente, hablaba de improviso
como si la nostalgia le entendiera;
alguna vez lloró, pero no quiso
que nunca se supiera.

Se le acusó de cínico inconsciente,
de no tener principios ni finales,
salvo el final presente.
Fue aprendiz de animales,
pensador imprudente
sin conciencia de clase,
incrédulo de todo, especialmente
de que usted no le amase.

En vida, habló de temas muy dispares:
de física y de filosofía,
de algunos ismos, música y poesía,
siempre en oscuros bares
que ya no han de servirle, agradecidos.
Habló de honrados y de pervertidos,
de política y de arte;
mas, de un tiempo a esta parte,
de noche y con el vino suficiente,
sólo hablaba de usted, naturalmente.

Rueguen todos por su alma,
aunque nunca creyó en ella,
descorchen una botella
y tómensela con calma.
Si se fijan, podrán ver con precisión
su delgada silueta;
fue, a pesar de su intención,
demasiado racional como poeta,
y como hombre de razón,
por tener un corazón
tan desbocado,
demasiado enamorado.

Requiescat in pace.
Primer día de otoño del 2010. EPC.