
Sentado en un banco de madera. El silencio, agradable por poco habitual, se apodera de todo y te relajas, el sol se fue y la tibia luz de la luna te reconcilia con el mundo. Mientras los hombres lobo dejan de ser hombre para pasar a ser racional, a lobo, suspiras entre dudas y afirmaciones, entre miedos y desilusiones, entre el camino y la meta por alcanzar. Cuando la dialéctica ha acabado con el sano raciocinio de tu mente aislada te sientes solo y desquiciado. Te das cuenta que de la luna saltan seres que escondidos tras ella te protegían, llegan al banco, son ellos, el Club de la Luna Llena.
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