En mi corazón se desclavaron las espinas de Calamaro. Hace ya un año que se desclavaron y siempre surgen las contradicciones. Los muros, la piedra, el metal. ¿De qué están hechos los daños?
Hoy quisiera llorar por más tiempo, ahogarme en mi propio llanto, sentir que la muerte me roza los párpados. Y sin embargo escribo por las paredes en blanco, frego el suelo con aroma de pino, me enjuago las manos en lejía y grito al gato si cruza la puerta de salida.
Hace ya algún tiempo se desnudó el dolor entrando la primavera. Me dijo No, no voy venir y allí supe que lo roto jamás se vuelve a empezar. Mis amigos no habían sido mis amigos, mi familia era la familia de otro, mis únicos recuerdos eran falsos, estúpidos, irreales. Todo mi mundo se venía abajo. Y ahora mismo sé que ha desaparecido.
He tratado de esconderme por mucho tiempo y eso no vale. No vale para olvidar, para seguir adelante, no es cuestión de aquí me quedo, no. No quiero estar más así. La otra parte de mí se esfumó en algún humo impestuoso de esos que mueren en los incendios. Sólo puedo dejar de esperar a la soledad.
No me voy a engañar más. Yo pensé que había merecido la pena todo. Los errores se pagan. Los desamores se pagan. Los amigos se pagan. Las esperanzas se pagan. Los rencores se pagan. Los malentendidos se pagan. Y la desilusión.... ¡madre mía! la desilusión.... se p e r p e t u a.
Ya no sé si vivo sin mí, realmente.