24 enero 2007

Mientras nos masturbamos...

Mientras nos pajeamos mentalmente acerca del sexo y la masturbación (la ciencia y la filosofía) algo está sucediendo que es mucho más trascendental para el futuro de eso que somos, a saber, algo que tendrá como un simple corolario sin importancia alguna que la propia masturbación supla para siempre el sexo y acabemos siendo todos hijos vitro... los seres humanos ya no nos reproduciremos se nos criará...

Supongo que ya estáis imaginando a qué me refiero. Lo que está en marcha ya es una nueva revolución tecnocientífica: la biogenética y la engeniería genética. No se trata tanto de pensar si sí o si no usarla, este dilema pertenece al pasado, ya se usa, luego el tema ahora es cómo se usa. El rasgo más elemental de la biogenética es que todo organismo vivo, humano e inhumano, es manipulable. Por tanto, la naturaleza (humana e inhumana) está siendo “desustancializada”, ya no puede decirse que hayan esencias últimas en lugar alguno, busque donde se busque, que sean constitutivas de eso que somos. Esto no supone sólo el fin de la “naturaleza humana” (si alguna vez la hubo) sino el fin de la naturaleza misma. Hegel y Marx se partirían de la risa pues, definitivamente, eso que somos ya no puede reducirse a un “qué”, a un quid, a una esencia, nadie podrá venir ahora con su índice y decirte: ¡tú eres esto! Si en los dos últimos siglos nos hemos cansado de afirmar que “Dios ha muerto” y que, por tanto, nuestros valores no descansaban en cielo divino e inteligible alguno, que la autoridad moral constituida en nuestro superyo era una creación cultural de nosotros mismos, la revolución biogenética es ahora, a un mismo tiempo, la confirmación última de que tampoco hay metafísica, sustancia, esencias últimas constitutivas de la "naturaleza humana". Eso que denominábamos "nuestra naturaleza humana” (e incluso la naturaleza en general) va a pasar a ser ahora y para siempre un producto humano, va a quedar sujeto a nuestra cultura, a nuestra red simbólica, a la objetivación del espíritu -diríamos en términos de Hegel-. El hombre definitivamente juega a ser Dios, en su manos está la "selección prenatal" y la inmortalidad, esto es, el dominio sobre la vida y la muerte.

Los dilemas morales que están por venir y formarán parte de nuestra vida cotidiana serán radicalmente nuevos: ¿Por qué mi madre escogió por mí mis ojos azules si me gustan negros? ¿Por qué eligió para mí una alta capacidad para las matemáticas si lo que de verdad me interesa ahora es la literatura? ¿A los dos minutos del nacimiento de mi hermano sé que cuando cumpla 30 años tendrá un 99% de probabilidades de morir tras un sufrimiento horroroso de año y medio, debo contárselo o ejecutarlo sin que sufra? ¿Por qué si me crearon genéticamente para ser perfecto en esta disciplina hay otros que son mejor que yo? ¿Si no trempo porque tengo una deuda simbólica y soluciono mi problema genéticamente en qué otra nueva patología se traducirá mi falta simbólica? ¿Si mis rasgos no son dados sino elegidos entonces qué soy? ¿Para qué fomentar el valor del estudio si podemos manipular genéticamente los fetos para que salgan con una inteligencia superior a la normal? etc.

Y todo esto no es lo preocupante. Esto sólo supone que debemos repensar con urgencia la ética, qué pasará a ser una persona y su dignidad, cuáles serán la nuevas condensaciones de significados a partir de los cuáles dotaremos de sentido nuestra vida, etc. Lo desastroso y más alarmante es que esta revolución antropotécnica se está dando en el marco de una sociedad en que dominan unas relaciones sociales de poder a las que sólo interesa incrementar los beneficios y asegurar la reproducción ampliada del capital, tanto es así que ya las multinacionales están patentando nuestros códigos genéticos y si quieres tener acceso a éste o aquel código de tus genes que pueden salvar tu vida entonces, ya sabes, ¡pasa por caja! Si al final, como siempre, la ciencia y la técnica en sí no son lo malo o lo bueno sino el uso que se haga de ellas y, claro está, en el marco de las relaciones sociales capitalistas el tema no va a dar para lanzar muchos cohetes. Lo mínimo que cabe pensar es que la nueva revolución biotécnica dé con nuevas diferencias sociales entre los aptos y no aptos genéticamente hablando, que tal y como muestra la genial película Gattaca estén los hijos de Dios, los que son producto del antiguo azar genético, y los hijos de la voluntad humana, esto es, aquellos cuyos genes son el producto de la ingeniería genética.

Podemos seguir practicando el onanismo acerca de la masturbación y el sexo pero, en realidad, la propia masturbación, el sexo, la familia, el deseo, en definitiva, todas las categorías tradicionales con que veníamos pensando la realidad, en breve, serán, simple y llanamente, historia.

13 comentarios:

Txiqui dijo...

Yo encuentro preocupante el asunto, y la verdad es que me aterra. Lo que muestra la película "Gattaca" es bastante probable.
Teniendo en cuenta la cultura y civilización que vivimos, la biogenética no será utilizada para fines positivos. Se utilizará en primer lugar para obtener beneficio económicos, y esto traería problemas éticos serios.
Es ético decidir las características físicas, mentales y estéticas de un hijo como el que va de compras? Es ético dividir a la sociedad en nuevas clases partiendo de diferencias geneticas? Sería ético utilizar la biogenética para obtener supersoldados o ciudadanos dóciles?

Ender el Xenocida dijo...

Hago de abogado del diablo.
Cuando te preguntas si será ético hacer tal o cual cosa, supongo que quieres decir si será bueno...
Eso no quiere decir nada.
¿Bueno para la mayoría? ¿Por qué debería buscarse el bien de la mayoría?
En cuanto a escoger las características de un hijo, ¿acaso no incidimos en su educación y comportamientos para que sean de una determinada manera? (Y lo hacemos por su bien) Tal vez haya padres que prefieran que su hijo sea rubio por su bien porque siéndolo tendrá más oportunidades en una sociedad anglosajona, por ejemplo. ¿No es eso ético? ¿Dónde está el límite?

Txiqui dijo...

Y por eso mismo Hitler mataba judíos; para que no fueran infelices en una sociedad ária.
Que los rubios tengan más oportunidades en una sociedad anglosajona no se soluciona con biogenética, sino con la Razón.

Edmundo V dijo...

Iván, planteas algunos de los dilemas y problemas a los cuáles nos aboca la revolución atropotécnica. Lo que conviene es empezar a mojarse en estos temas si no queremos que el asunto quede en manos de las multinacionales bajo la forma de “hechos consumados”.

No creo que con vistas a evitar esta lógica de los “hechos consumados” lo mejor sea que, cada vez que surge el tema de la “selección prenatal”, la “cría”, etc. se saque el tema de nazismo. Entre otras cosas porque la función de dicho argumento es la de callar bocas y no sacar a la luz pública un debate de lo que, de hecho, ya está ocurriendo. La apelación sistemática y acrítica al fantasma del nazismo al tratar de la biotecnología y la ingeniería genética sirve hoy, más de lo que parece, a los intereses de las grandes multinacionales, además, de apostar por la pereza mental y la renuncia a pensar las problemáticas que están por venir.

Hay un “regla de oro” que tendríamos que tener en cuenta en el futuro, esta regla es el principio de no maleficencia, esto es, “no desees para el prójimo lo que no deseas para tí mismo”. Partiendo de esto lo primero que cabría reflexionar es qué opinaríamos si nuestros padres hubieran elegido por nosotros el tamaño de nuestros miembros genitales, el color de nuestros ojos o nuestras potencialidades intelectuales. Lo dejo en el aire...

El argumento de Ender es el típico de los partidarios de la eugenesia. Si consideramos correcto dar vitaminas a nuestros hijos para que nazcan fuertes y sanos, darles la mejor educación posible para asegurarles un buen futuro profesional entonces ¿por qué renunciar a éstas posibilidades cuando vienen de la mano de la genética? No es ésta una actitud hipócrita. El principal argumento contra la eugenesia a este respecto es que la “selección prenatal” cambiará radicalmente la visión que tenemos de nosotros mismos como sujetos morales. Esto desde una perspectiva dialéctica no sería nada novedoso, las identidades en las nos reconocemos no han cesado de cambiar desde que dio comienzo la historia. No obstante el cambio ahora será radicalmente nuevo porque supone la “desustanciación” definitiva de la “naturaleza humana” y, además, si hasta ahora todos estábamos igualados por el hecho de que nuestros caracteres adquiridos eran consecuencia del azar y la necesidad genética, implementada la “selección prenatal” y la “cría”, nuestros rasgos serán un elemento contingente más decidido por la voluntad humana. Según Habermas, por ejemplo, esto constituye un atentado contra la autonomía del niño en favor de la autonomía de los padres. Además, en esta línea argumental las personas que fueran hijas de la ingeniería genética dejarían de verse a sí mismas como un acontecimiento genuino para verse como un producto más de escaparate o de la cadena de producción.

Sea como sea, lo que está claro, según mi modo de ver, es que -tal y como sugiere Sloterdijk- debemos pensar más vale pronto que tarde un “código antropotécnico” que regule la ingeniería genética y el uso de las biotecnologías, esto es, que objetivemos el genoma e introduzcamos definitivamente nuestra realidad psicosomática, antes arbitraria, en el plano de la cultura y la historia humana. Esto no es incompatible con tener en cuenta las consideraciones de, por ejemplo, Habermas ni significa hacer uso denodado de todas las antropotécnicas a nuestro alcance.

Txiqui dijo...

Buenas,

Querido Edmundo, tu apelación a mi "apelación sistemática y acrítica al fantasma del nazismo" está falta de argumentación y crítica. Decir que estás harto de que para atacar a la biogenética se recurre al "fantasma del nazismo" no es un argumento en absoluto. No convences de que la biogenética no se utilizará para crear una sociedad de humanos superdesarrollados, y se excluya a los humanos no-mutantes. (Porque obviamente, la biogenética sólo se utilizará para beneficio de algunos, a nadie le interesa el cáncer del niñito africano).
Puedo estar de acuerdo que más que callar el debate se deba abrir para reglamentar en el futuro una correcta y benevola acción de la biogenética. De ahí la importancia de una buena bioética.

Ender el Xenocida dijo...

Edmundo, respecto de esa regla de oro de no maleficiencia. Creo que no es una regla que pueda extraerse de nuestros comportamientos naturales. Es decir, no veo que sea justificable de un modo natural. Sólo como imposición.
En casi ninguna sociedad ni civilización se ha aplicado nunca esa regla. Siempre han habido diferencias de clase, de raza, de sexo, etc... y se han aplicado leyes diferentes dependiendo de esas diferencias. Es sólo muy recientemente que aceptamos que todos debemos ser iguales aunque seamos diferentes. Y esto sólo en determinadas sociedades que no son ni mucho menos la mayoría del territorio del planeta.
Así qué, ¿qué peso real tendría esa norma? Descrita así es excesivamente artificial.

Ender el Xenocida dijo...

Iván, no estoy de acuerdo con que la Razón solucione esas desigualdades sociales. Creo que eso es una teoría sin ningún tipo de fundamento. La Razón nunca ha solucionado las desigualdades. Los comunistas, por ejemplo, creen que sí, que es posible. Pero de momento, el tema se resume en una voluntad humana de conseguirlo o de aproximarse.
Por lo tanto, y mientras tanto, ¿vamos a negar a unos padres su derecho de dar las mejores oportunidades a sus hijos?
¿Vamos a decirles a unos padres marroquíes de la periferia de Paris: 'No es ético cambiar el color de piel y de pelo de su hijo genéticamente para parecer más caucásico, es mejor que luchen porque tenga las mismas oportunidades que un francés autóctono mediante la Razón. Por favor, dialogen, es mucho mejor...'?
Saludos.

Edmundo V dijo...

Ender,

Claro que no. Además de tener una realidad biológica eres un sujeto moral, tienes un “existir” que diría Kierkegaard o Heidegger.

De todas formas si los argumentos naturalistas apenas se sostienen ya hoy dentro de cuatro días dejaran de tener sentido alguno. Una vez el genoma humano sea objetivado no habrá “naturaleza humana” como tal (tampoco “naturaleza”), todo quedará circunscrito al ámbito de lo humano, esto es, quedará en el marco de la historia , la cultura y la técnica.

Saludos,

Txiqui dijo...

Ender, individualizas al máximo el asunto hasta convertirlo en irreal. Olvidas que el hombre vive en sociedad.

"¿Vamos a decirles a unos padres marroquíes de la periferia de Paris: 'No es ético cambiar el color de piel y de pelo de su hijo genéticamente para parecer más caucásico, es mejor que luchen porque tenga las mismas oportunidades que un francés autóctono mediante la Razón. Por favor, dialogen, es mucho mejor...'?"
Pues sí. No voy a decirle a unos padres marroquíes de París que su raza es inferior y por ello han de mejorar geneticamente a sus descendientes. Porque no son una raza inferior. Creer que cambiando los genes de unos marroquíes-parisinos es solucionar el problema del racismo es un error por reduccionismo. El problema en este caso que planteas no son los genes árabes, sino la conciencia, la ideología, de las personas. Y es ahí dónde hay que actuar e incidir.

"Por lo tanto, y mientras tanto, ¿vamos a negar a unos padres su derecho de dar las mejores oportunidades a sus hijos?"
Vamos a negar a los hijos su derecho a elegir sus estudios, pareja o vida laboral que prefieran? Vamos a negar el derecho de los hijos a tener una constitución física azarosa? Vamos a negar a toda una generación de niños el derecho de ser cada uno una persona diferente, especial y única? No estás justificando todo esto utilizando la "Razón objetiva y cientifista" que tanto criticas?
La Razón nunca ha solucionado las desigualdades porque siempre se le ha antepuesto los intereses personales, el egoismo, el lucro, el autoritarismo, etc...

Ender el Xenocida dijo...

Edmundo, claro que somos sujetos morales.
Y precisamente lo que digo es que muy extrañamente la moral de una sociedad ha seguido la norma de no maleficiencia. ¿Por qué debería aceptarse ahora?
Moralmente se acepta que las mujeres deben ser tratadas de un modo diferente al hombre, que los nobles merecen honores que no merecen el resto, que personas cultas o de edad avanzada merecen más respeto que otras. Todo eso son diferencias de comportamiento que nos hacen diferentes y provienen de la moral. Somos diferentes y nos tratamos de forma diferente.
¿Por qué íbamos a tratar igual a un modificado genéticamente que a uno que no? ¿Por qué íbamos a no modificar genes de nuestros hijos por motivos puramente arbitrarios? Según la moral de los padres, los hijos pueden ser tratados de un modo diferente a cómo fueron tratados ellos, ya que merecen lo mejor. Ser lo que ellos no pudieron ser. Luego esa norma que describes no se sustentará -en mi opinión- sobre nada. Es puramente artificial y arbitraria. Es sólo una frase, que hará más confusa aún la búsqueda de una bioética con sentido práctico.

Ender el Xenocida dijo...

Iván, ¿te crees de verdad una persona única, especial y diferente porque tu concepción fue natural? Es una manera de verlo. Podría ser una definición de lo que es ser único y todo lo que no sea eso ya no lo es. Si te operases y te pusieras un implante en alguna parte del cuerpo, ¿dejarías de serlo? Imagina un implante fabricado en serie. 9500 personas en todo el mundo llevan el mismo. Una parte de tu cuerpo es exactamente igual que la de 9500 personas.
Lo sentimos, Iván, has dejado de ser una persona única, diferente y especial.
Las mujeres que se operan los pechos y llevan exactamente el mismo tipo de silicona bajo la piel, ¿han dejado de ser únicas?
¿Dónde ponemos el límite Iván? Porque al final, todo se reduce a modificar un elemento biológico (visible o no) de tu organismo.
¿Qué cambios estas dispuesto a prohibir?
Este tipo de discurso es el Real, no el que tú haces. Porque deberemos enfrentarnos a todo esto mucho antes de que la Razón cambie las ideologías -como tú dices- y haga que todo el mundo quiera ser siempre tal y como es porque resulta que es superfeliz!

Edmundo V dijo...

Ender,

La regla es tan sencilla como no "hagas con", ni "desees para", futano lo que no harías contigo mismo.

Que un regla no haya funcionado no significa que no deba empezar a funcionar. La moral y la ética tratan del deber ser no del ser.

Moncadista dijo...

Creo que se parte de varias proposiciones erroneas. Si bien es verdad que la ciencia puede, o ha alejado a Dios, ahora ha creado un nuevo dios, una nueva entidad ideal: el gen.
Es la lucha de clases, la "formación social históricamente determinada" la que determina la ideología de las masas, y del individuo. Lo es y lo seguirá siendo, el ADN no determina ni podrá determinar el comportamiento, la inteligencia o la ideología de una persona. Y no es cuestión de tiempo, la formación del sistema nervioso es como un copo de nieve, formado de H2O cristalizada, y esa cristalización depende de miles de factores, que pueden ser conocidos pero no contralados.
No existe el gen del color de ojos, son miles (probablemente millones) de factores los que conforman un ojo, o su color.
Lo que es verdad es que la biología molecular se está utilizando, no puede ser de otra manera, para aumentar el dominio de clase, el problema es ¿qué pasará cuando la clase dominante sea la clase obrera?

http://moncadista.blogspot.com