14 diciembre 2006

La culpa por la que vives no la quiero yo

Los sueños que tú me robaste,
se fueron contigo, entre remolinos,
recorriendo el océano hasta esa isla
de alegría, colorido, ideal, salsa y ron.

Ese paraje celestial que embrujaba,
tornose opaco, grisaceo y superficial,
lo colmaste tú de vanas mentiras,
de crueles perfidias y engaños,
de anhelos lascivos, ¡ vampira !

Primero avisaste, después ya no,
te alerté yo luego pero aún así, así,
continuaste, en silencio, sin decoro.

Espero yo aún esa notícia tuya,
me hubiera permitido comprender,
y ahora, vista su luz entre confidencias,
se me muestra lo atroz de su falta.

Menudo monigote preso de engaños,
¡ menudos monigotes todos !
de un capricho pasajero que te evitaba
y aún así, así, repetías una y otra y otra,
siempre lo mismo, hasta que ahora,
una vez más, otra vez, así, otra.

La culpa por la que vives no la quiero yo,
me quedo con tú imagen espectral,
esa ilusión con que te pensaba,
no aquello que estabas siendo,
ésta otra para ti, como también para ti,
yo, así tal cual, transparente, cristalino,
sin mácula ni engaños ni vida subterránea.

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