12 octubre 2006

Selene... ¿nombre o nombre propio?

Texto que nos ha hecho llegar nuestra amiga Selene (Luna en griego), ¡es su nombre de verdad!, a la cuál conocimos una noche de luna llena en Madrid, entre humos, alcoholes y compañeros de ideales... ¡Muchas gracias Selene!

Como diosa de la Luna, Selene se destacaba por sus relaciones con humanos y dioses, pero ella no se permitió conectar del todo. Cuando se sintió fascinada por el hermoso pastor Endimión, comenzó a esquivar su deber nocturno de guiar a la Luna a través de los Cielos. Esto llamó la atención de los otros dioses, que empezaron a sospechar del comportamiento de Selene. Los dioses notaron que muchas veces el carro de Selene estaba perdido en el camino celestial. Noche tras noche, la diosa se sentaba junto al joven dormido, lo besaba con delicadeza y se enredaba en sus sueños.

Finalmente Zeus decidió que había que hacer lago. Selene estaba descuidando sus deberes y se estaba poniendo demasiado pálida por sus citas nocturnas con el pastos.

Zeus llamó a Endimión y obligó al joven a elegir entre morir o un sueño eterno durante nunca envejecería.

Endimión eligió dormir.

Se dice que en una cueva del Monte Latmos (Carian), Endimión todavía duerme y que Selene todavía se escapa de su ruta nocturna para visitarle.

Cuando Selene se sienta junto al pastor dormido, la Luna empieza a desvanecerse hasta desaparecer. Al percatarse los Dioses la llaman, y cuando regresa la Luna comienza a crecer hasta convertirse Llena. Aunque Endimión duerme y sólo ve a Selene en sueños, la tradición dice que tuvieron cincuenta hijas.

Endimión simboliza la parte “durmiente” de la mente humana, esa parte no identificable que es influenciada por las fases de la Luna, particularmente en los sueños.

Así como Endimión creó cincuenta hijas durante sus sueños, nosotros somos fertilizados por nuestras ideas creativas durante nuestros períodos de descanso, ya sea en sueños, meditaciones o sueños diurnos.

01 octubre 2006

La sorprendente irrealidad de la Luna


Una de esas cosas que forman parte de la vida, como vestirte cada mañana o arrancar el coche. No pensamos, sencillamente, en cómo debemos dar la vuelta a la llave o subirnos los pantalones. Son actos que por repetición se relegan a un secundario envío sináptico entre pocas neuronas, como la cotidiana visión de la Luna Llena.
No parece más sorprendente porque siempre ha estado ahí: hace aullar al lobo, trastoca el comportamiento de algunos animales, causa las mareas, con cada traslación de 28 días hace ovular a nuestras hembras, ah...y produce eclipses. ¿Por qué?
Ésta es la cuestión:
LA LUNA ES 400 VECES MENOR QUE EL SOL
EL SOL ESTÁ 400 VECES MÁS ALEJADO QUE LA LUNA.
La coincidencia más asombrosa e inexplicable de todo cuanto nos rodea, a excepción quizá de nuestra propia existencia. ¿Habrá tal vez alguna relación entre ambas coincidencias?
¿Son acaso los eclipses de sol alguna suerte de mecanismo diseñado con alguna finalidad?
Algunos autores afirman que sí, pero evidentemente la comunidad científica no se pronuncia sobre especulaciones que juegen con la posibilidad de una intervención ajena al ser humano.
No hablo de Dios, ni de religiones.
Sólo quiero llamar la atención de que una coincidencia tal como la descrita, en cualquier otro ámbito, haría aceptable hipótesis de todo tipo, por simple sentido común.
Bien, ya es hora de volver a la racionalidad...
Pero no dejeis escapar la oportunidad de mirar la Luna Llena. Nos sentimos bien al saber que está ahí vigilando. Creemos que siempre nos acompaña, pero sólo hay 12 lunas llenas al año. ¿Cuántas de esas 12 observamos?¿Cuántos años pensais vivir? Si haceis la cuenta, no son tantas las posibilidades de que observemos su belleza antes de desaparecer...